
Era la hija primogénita de los titanes Cronos y Rea, y la primera en ser devorada por su padre al nacer; por lo que fue la última en ser expulsada del cuerpo de su padre cuando Zeus le entregó una poción especial para hacerlo vomitar. Tras la guerra contra los Titanes, Hestia fue cortejada por Poseidón y por Apolo, pero juró sobre la cabeza de Zeus que se mantendría siempre virgen, evitando así la primera disputa entre dioses olímpicos. El rey de los dioses le correspondió cediéndole la primera víctima de todos los sacrificios públicos y los lugares destacados de todas las casas. Como diosa del hogar y la familia, Hestia apenas salía del Olimpo excepto para atender el oráculo de Delfos y nunca se metía en las disputas de los dioses y los hombres, por lo que paradójicamente pocas veces aparece en los relatos mitológicos a pesar de ser una de las principales diosas de la religión griega y, posteriormente, romana. Cuando Dioniso es admitido en el Olimpo, Hestia cede su puesto en el consejo de los doce dioses, mostrando otra vez su carácter pacífico. Dioniso fortaleció su categoría de dios olímpico y ella se dedicó por completo al cuidado del fuego sagrado del Olimpo.
CULTO
Hestia inventó el arte de construir, por lo que con ella finalizaban siempre las oraciones a los dioses. De ella dependía la felicidad conyugal y la armonía de la familia, al igual que la armonía y la felicidad de los habitantes de una ciudad. Con el paso del tiempo su protección se amplió a todo el universo, asumiendo que un fuego sagrado místico daba vida a toda la naturaleza. En este sentido, su culto se confundía con el de otras diosas como Cibeles, Gea, Deméter o Artemisa.

MITOS

